Nuestra Madre, la Virgen de la Estrella, se presenta hoy radiante y vestida de gloria.

Amaneció la Reina de los Cielos ataviada con los colores inmaculistas, emblema de pureza y devoción, propios de este tiempo en que nos disponemos a celebrar, con fervor, la Solemnidad de la Purísima Concepción de María.

Luce María Santísima de la Estrella el manto de terciopelo azul, símbolo del cielo que la envuelve, y la majestuosa saya de los mundos, testimonio de su reinado universal. Sobre sus sienes descansa la corona de Camarín, que exalta su inmaculada realeza.

El Divino Lucero que porta en sus manos, su bendito Hijo, acompaña su esplendor vestido con un trajecito a juego con la saya, delicados zapatitos y el orbe de plata, símbolo de su dominio celestial y terrenal.

Así recibirá, con maternal ternura, a los fieles, devotos y visitantes que desde hoy se acerquen a su Capilla para contemplar el esplendor de su presencia y visitar el tradicional Belén que anuncia la cercanía del Salvador.

Que María, Estrella de la Mañana, ilumine nuestros corazones en este tiempo de gracia.